INCAP, 5 de junio de 2021
Un sistema alimentario vulnerable a los efectos extremos de cambio climático, representa un alto riesgo para aumentar los problemas alimentarios y nutricionales.
Las sequías y/o inundaciones, limitan la disponibilidad, acceso y consumo de alimentos, así como la diversidad de la dieta.
Se estima que un incremento de 1°C de la temperatura mínima del ciclo agrícola es capaz de reducir hasta un 10% en la producción de arroz, trigo y maíz. Esto tendría un impacto negativo en las poblaciones más desprotegidas y vulnerables, particularmente las mujeres y los niños, en los que se ve desmejorado su estado nutricional, agravando su vulnerabilidad derivada del acceso insuficiente a los recursos sociales (empleo, alimentos, vivienda digna, etc.) y ambientales, necesarios para la adaptación al entorno.
La globalización del sistema alimentario ha contribuido a la degradación ambiental y la pérdida de biodiversidad, reduciendo además la posibilidad de que la población prefiera una alimentación saludable y nutritiva.
El sistema alimentario de la región es un sistema en transición. Seis países (Belice, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, República Dominicana) se incluyen en esta categoría según el reporte Global de Nutrición 2016, estos sistemas se caracterizan por su rápido crecimiento urbano, con baja productividad agrícola y la mayor parte del presupuesto de los hogares, destinado a alimentos (usualmente ultraprocesados); mientras que Honduras y Guatemala tienen un sistema alimentario, donde el crecimiento urbano y productivo es menor (sistema emergente), con baja calidad de los suelos y mayor aporte del presupuesto de los hogares destinado a los alimentos.
Los sectores Agricultura, Salud y Nutrición deben trabajar integrados para el desarrollo de un sistema alimentario sostenible que garantice la Seguridad Alimentaria y Nutricional de las poblaciones.
Fuente: INCAP. Análisis del Impacto del Cambio Climático en la Nutrición. Guatemala: INCAP, 2017
Disponible en: https://bit.ly/2TKBd8L