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La agricultura urbana y peri-urbana permite maximizar la producción de diversos productos agropecuarios (especialmente hortalizas y frutas frescas) en espacios no utilizados en las ciudades y sus alrededores. Esto puede aminorar la pobreza (generar recursos y empleo), contribuir a la seguridad alimentaria y nutricional, proporcionar productos no tradicionales (como medicinas o especias), reciclar desechos (para la nutrición de plantas y animales) y eliminar terrenos baldíos que podrían terminar en botaderos de basura. Asimismo, permite reducir la distancia entre productores y consumidores y consecuentemente bajar precios y solucionar problemas de desabastecimiento.
La agricultura urbana tiene características propias que la diferencian de otros sistemas de producción: una amplia gama de productos, gran diversidad de participantes y heterogeneidad de las condiciones para la producción. Esto conlleva retos para desarrollar niveles de producción sostenibles, que incluyen la necesidad de aplicar nuevas tecnologías (principalmente las vinculadas a la agricultura orgánica e hidroponía), novedosas técnicas de extensión participativa, y la reorganización social del proceso de producción y comercialización, existiendo en la actualidad importantes experiencias a nivel mundial. Cuba tiene un vasto programa de alcance nacional y se han promovido proyectos en muchas ciudades de Estados Unidos, Canadá, Latinoamérica, y en varios países europeos y asiáticos.
En el Centro de Aprendizaje e Intercambio de Saber (CAIS/INCAP) se cuenta con un espacio dedicado a las alternativas para la producción en pequeños espacios, ya sea utilizando técnicas hidropónicas (las cuales consisten en cultivar plantas usando soluciones minerales en vez de suelo agrícola) o bien, utilizando técnicas organopónicas (las cuales consisten en cultivar las plantas en sustratos sólidos que cubran los requerimientos nutricionales necesarios para el desarrollo de las plantas).
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